Perder sueño: cómo la pandemia ha impactado a las estudiantes

Cuatro paneles de diferentes ilustraciones de etapas de aprendizaje remoto con un fondo azul y una persona acostada, durmiendo o sentada con la computadora portátil, el teléfono y los libros escolares a un lado.

Ilustración por Jasmin Hernandez

Por Jorge Martinez

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Vanessa Hernández se despierta antes del amanecer. Hernández, una nueva alumna de secundaria en J. Sterling High School, lleva una mochila repleta de libros y tareas incompletas de la noche anterior, antes de caminar a clases junto a sus amigos.

Vanessa Hernandez afuera de su casa en Cicero, Ill. el 14 de marzo de 2022 (Foto por April Alonso).

Pero hoy es diferente

No pudo dormir la noche anterior y por meses no ha podido dormir ocho horas completas. Lucha con la somnolencia apenas ingresa a la escuela y se prepara para su primera clase.

No es la única. Para algunos estudiantes en Morton, el problema de poder tener un buen descanso durante la noche ha llevado a otras preocupaciones de salud mental. Los desafíos del aprendizaje remoto y el riesgo asociado a las clases presenciales luego de las vacaciones han agravado el problema.

Poca motivación entre los estudiantes

La pandemia ha contribuido a incrementar el insomnio debido a las altas tasas de ansiedad y depresión, lo cual conlleva otros problemas. Si los adolescentes, por ejemplo, duermen menos de las ocho horas de sueño recomendadas, pueden sufrir mayor riesgo de tener problemas de “concentración, comportamiento y aprendizaje”.

Y algunos estudiantes en Cicero lo están sufriendo.

“Antes que comenzara la pandemia, era una estudiante de muy buenas calificaciones. Ahora, estas han bajado. No me puedo concentrar sin haber descansado lo suficiente y me siento adormilada durante el día”, dice Hernández. “Estaba simplemente muy cansada”.

Jazmín Bernal es una estudiante de la preparatoria en J. Sterling Morton East High School. Se describe a sí misma como alegre y extrovertida, pero dice que los últimos efectos de la pandemia la han puesto a prueba.

Foto cortesía de Jazmín Bernal

“No es suficiente. Me siento tan cansada durante mis clases, que no puedo evitar quedarme dormida”, señala Bernal. Así como Hernández, Bernal solo duerme cinco horas al día, y eso ha estado perjudicándola.

“Todos nos sentimos desmotivados. Antes, hubiese estado dentro de las primeras [en el proceso de admisión a la universidad] pero ahora siento que sigo posponiéndolo. Me canso más rápidamente y no puedo retener tanta información como solía”, dice.

Ambas, Bernal y Hernández dicen que muchos de sus pares han experimentado una caída similar en cuanto a motivación y cambios en los patrones de sueño, particularmente durante el aprendizaje remoto. Tratar de aprender en casa o en su habitación—el principal lugar para relajarse como ella le llama—no condujo a tener un ambiente de aprendizaje apropiado.

“[Durante el aprendizaje remoto] flojee más porque tenía más excusas para no trabajar, para no presentarme a las reuniones de Zoom. Estaba falta de motivación y cada vez más dormía hasta más tarde”, señala Hernández. “Cuando regresamos a las clases presenciales, encontraba que no podía dormir en absoluto”.

Es más difícil hacer las tareas cuando estás cansada y con ansiedad. Me quedaba dormida en medio de mis tareas”, menciona Bernal. Durante el aprendizaje remoto, se sintió en ocasiones muy “bajoneada” debido al “aislamiento social”. No era capaz de pasar tiempo con sus amigos, algo necesario para muchos adolescentes con depresión. Hernández concordó.

“Estar estresado en la escuela es lo suficientemente malo para algunos, y mezclar ese ambiente con [nuestros hogares que] se supone son agradables no es una buena combinación”, señala Hernández acerca del aprendizaje remoto.

Mayor concientización sobre salud mental

En un esfuerzo por abordar las crecientes necesidades de los estudiantes, Illinois permitirá ahora a estos mismos tomarse cinco días libres de asistir a la escuela por salud mental.

“Estoy contenta de la importancia que finalmente se le ha dado a la salud mental”, dice Bernal. “Una salud mental pobre puede afectar mucho el [nuestro] desempeño escolar y que se nos permita tomarnos una pausa de vez en cuando definitivamente ayudaría a muchos de nosotros a renovarnos y resetearnos.

Sin embargo, tanto Hernández como Bernal concuerdan que necesitan más medidas en adelante.

“Necesitamos normalizar la salud mental en Cicero. Las escuelas deben tratar de inculcarnos que está bien sentir lo que sentimos y que no debemos tener miedo a pedir ayuda”, señala Hernández. Dice que las escuelas en Cicero deben dar el ejemplo, demostrando hábitos saludables, habilidades positivas que permitan afrontar de mejor manera el tema y combatir el estigma antes que se produzca.

Bernal señala que las organizaciones en Cicero, tales como Corazón y el Centro de Salud Mental, son ejemplos de que la salud mental se está volviendo una discusión común entre los habitantes de Cicero, pero que se necesita hacer más.

“Actualmente, la juventud está más expuesta a mayores riesgos y la salud mental está siendo un tema urgente”, dice Bernal.

Al ampliar tales programas o incluso integrándolos a las escuelas de Cicero, su influencia y

alcance podrían efectivamente multiplicarse, señala Bernal.

Por ahora, ambas han reanudado las clases presenciales en el distrito 201 de Morton. Bernal y Hernández reflejan la dificultad que muchos estudiantes están viviendo.

“Aunque regresar al aprendizaje virtual podría no ser la mejor opción para los estudiantes en términos de aprendizaje, si es por un bien mayor de mantenerlos sanos y salvos, estoy a favor. Volver será definitivamente una molestia a corto plazo para un bien a largo plazo”, dice Bernal. Sin embargo, para Hernández regresar a las clases virtuales no sería fácil.

“El aprendizaje virtual…se vuelve mentalmente agotador porque tu hogar se supone que es un lugar de relajo. Cuando estoy en mi casa, la escuela es honestamente lo último que se me pasa por la mente”, dijo Hernández.

La pandemia ha empeorado las desigualdades en la educación y los estudiantes de Cicero no han sido inmunes a ello. Mientras muchas de las experiencias no se limitan a las fronteras de las ciudades, los estudiantes de Cicero aún tienen la esperanza de volver a la normalidad. Hernández señala que se está enfocando en ajustar su horario para cumplir con sus necesidades personales mientras que Bernal está emocionada de finalizar las solicitudes de admisión a la universidad. La pandemia las ha puesto a prueba, pero ambas dicen que están optimistas de lo que les depara el futuro.


Jorge Martinez es un periodista contribuyente de Cicero Independiente y actualmente estudiante de Bennett Day School. Es un activista de la comunidad gay y lucha por las voces de los jóvenes.


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